jueves, 12 de mayo de 2016



     


Nadie está preparado para la muerte, por lo general es algo a lo que la mayoría le tememos, pero aún con todo es algo que debe asumirse… puede pasar en cualquier momento y en las maneras menos esperadas; sin embargo hay gente que tiene la oportunidad de reflexionar sobre este tema y de saber cuándo será, esperarla… y sobre todo, decidir qué hacer en el tiempo que aun le queda. Hace unos días me encontré con esta cinta, que es un reflejo claro de una persona ante la realidad de su muerte.

“My life” o “Lo mejor de mi vida” es una película estadounidense de 1993 donde nos encontramos a dos grandes del cine: Michael Keaton, Nicole Kidman, en ese momento actores jóvenes que representan un drama cotidiano en el que un matrimonio feliz se topa con una situación muy difícil.

Bob Jones es un ejecutivo de éxito al que la vida le va a poner a prueba. Casado con Gail, la felicidad le llega con la noticia del próximo nacimiento de su primer hijo. Pero la alegría se tornará en tristeza cuando, tras unas pruebas médicas, le comunican que padece una grave enfermedad y que quizá no podrá llegar a conocer a su hijo.
Bob es un hombre que desde su niñez carga muchos temores y traumas, la cinta de hecho inicia con un trozo de su infancia en la que él se siente defraudado por no lograr conseguir un deseo que con su inocencia de niño le pide a una estrella.

Sus aspiraciones lo llevaron a la ciudad y a alejarse de su familia provinciana, se va con un resentimiento que le acompaña toda su vida y que, al enterarse de su enfermedad y tras una batalla interna, trata de resolver, porque sabe que lo único que le queda antes de morir es recuperar el tiempo perdido con su familia.

La película tiene una forma narrativa interesante, ya que el protagonista se convierte en un guía de cada escena, va llevando al espectador a hechos pasados y presentes de su vida justamente porque, consciente  de que posiblemente no conocerá a su hijo, decide hacer un video que le permita hacerse conocer a su pequeño… porque quiere ser él mismo quien, a través de esta cinta, genere un contacto especial con el futuro bebé.

Una de las tantas cosas que la cinta nos refleja, es que nadie está preparado para saber que la vida se le acaba, y que es lamentable que, hasta ese momento, se empiecen a valorar cosas que antes no se hacía.
En un intento por curarse, Bob se acerca a un hombre que le dice que la base de su cura física es empezar por curar su alma, por sacar de sí mismo el dolor, el rencor… y esa breve apertura le da la posibilidad de vivir un poco más para ver a su hijo… para tenerle entre sus brazos…Una película ya de muchos años, pero que impacta por una realidad tan común… 
Cuántas veces gastamos nuestras vidas en luchas innecesarias?? Qué es lo que realmente importa? Qué es lo que nos hace felices??.

Una bella pieza cinematográfica que nos pone en un dilema interesante, que abre nuestros más profundos sentimientos… con un final ya anunciado desde el inicio, pero con el mensaje de que debemos dar a nuestra vida el valor que merece













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